jueves, 4 de diciembre de 2008

Fest & Balls


Tuve la oportunidad de ver muchos cortos en este último tiempo. Pude asistir al Festival Latinoamericano de Video Rosario (FLVR) y vi toda la selección de cortos de la 8º Bienal de Arte Joven de la UNL, en la cual, dicho sea de paso, participé con PSIRROSIS, un corto sin demasiadas pretensiones que hicimos con Los Chanchos y que, por razones que desconocemos, quedó seleccionado para concursar.

Claro que perdimos, pero eso no importa. Lo que importa es que otros también perdieron.

Fuera de todo chiste, hay algo que vengo pensando desde hace rato y que no dejo de confirmar en estas instancias. La música adolece la falta de bajistas. Es decir, todos quieren tocar la guitarra y nadie quiere tocar el bajo. Todos quieren ser la estrella, hacer los solos más impresionantes, levantarse a todas las minas; pero nadie quiere aportar la base para que el guitarrista se pueda lucir; nadie quiere pasar desapercibido y no hacer nunca un solo. Bueno, en el cine pasa lo mismo: todos quieren ser directores y nadie quiere ser guionista.

Estamos asistiendo al fin de las ideas (les suena, ¿no?). Así vemos a un simpático perrito que se roba las sonrisas de todo el auditorio en un mediometraje al que le sobran 15 minutos y en el que se nos explica el final con un soliloquio de un personaje que no tiene ninguna relevancia en la historia (que, sin más, se trata del perro haciendo distintas pavadas, para demostrar cuán osados fueron sus realizadores al conseguir filmarlas).

“No me animé. No pude decirle que el auto, al tratar de esquivarme a mí, mató al perro”. Ya nos habíamos dado cuenta, señora. Avísele al director que pudimos relacionar sus zapatos con los zapatos que esquivó el auto. Y dígale que tengo una propuesta para él: para su próxima película, que escriba una sinopsis, que ponga un fondo bonito, se maquille un poco, se siente en una silla frente a la cámara y nos lea la sinopsis. Aunque, si se me permite, quizá sea mucho más impactante si se la estudia de memoria. Sería más efectivo.

He confirmado, también, una tendencia muy marcada a registrar las costumbres autóctonas. Léase: ¿¡qué tienen de interesante las pavas en el fuego!? ¿¡Qué les pasa!? No puedo entender la facilidad con que la gente cae en los lugares comunes. ¿Nadie dice “le voy a dar una vuelta de tuerca a este guión, porque tiene muchos clichés”?

Charla entre un director y un guionista:

Guionista (acomodándose el cuello de la polera) —¡¡Ya sé!! ¡¡Hagamos un corto de cuatro amigos que se van a una casa quinta el finde y sin querer atropellan a un tipo!!

Director (limpiando sus anteojos de marco grueso) —No, mejor hagamos algo más personal, más íntimo. ¿Qué te parece una historia de vida? No sé, algo que no se haya visto mucho… ¿Qué te parece sobre un tipo viejo o sobre una familia de aborígenes?

Guionista —No, no, no. ¡Tiene que ser algo con mucho gore! Algo con mucho punch y con mucho gag y mucho loop. Algo que te haga hacer un click y sea una historia in, porque eso de los viejos y los indios está re out.

Director —Claro, algo que tenga mucho grip y mucho Dolly y mucho steady cam y también bastante de HD.

Guionista —¿Y sobre qué escribimos?

Director —No importa, pero que la historia empiece por el final, siga por el principio y que termine por el medio, pero que a la vez sea el final. Que sea tipo cíclico, ¿vistes?

(Nota: el guionista y el director bien pueden ser la misma persona).

¿¡Dónde están las historias!? ¿¡Qué les pasa!? ¡¡Queremos ideas nuevas!! ¿Qué es lo más fácil de contar? ¡Una muerte! Entonces van y le ponen una muerte al corto. Claro, total eso sería un buen Plot point (punto de giro) en la trama.

Hace poco hablaba con un amigo que estudia cine y me contaba que hablaba con sus colegas y les decía: “cine se estudia las 24 horas del día. Yo quiero vivir de esto y para esto. Para mí es una forma de vida, no un hobby”. ¡Qué palabras profundas! ¡Qué forma de encarar las cosas! Me alegro por él y lo felicito.

¡Faltan bolas, muchachos! Hay muchos guitarristas y ningún bajista. ¿Dónde estarán los Jaco Pastorius, los Víctor Wooten, los Diego Arnedo? ¿Dónde estarán los Bob Gale, los Charlie Kaufman?

¡¡Faltan bolas!! El cine es un arte. Y el arte lo hacen los artistas, es decir, aquellos que son artesanos, que hacen, que dejan su vida en una obra, porque la obra es su vida. Sobran guitarristas. Faltan bajistas. Nadie quiere hacer la base para que el guitarrista haga su solo. Faltan ideas. Faltan historias.

Cuando tenga un hijo le voy a regalar un bajo. Y una máquina de escribir.


7 comentarios:

Jorgelina Mandarina dijo...

Justamente el otro día hablábamos de eso con una amiga, del tema de que nadie quiere tocar el bajo (el instrumento, claro está).
Y se pierde muchisimo de esa manera...

Tal vez algun dia se de vuelta la tortilla y todos quieran ser bajistas, o guionistas... Que se yo.


Un caluroso abrazo, digno del mes de Diciembre.


Saluditos Nacho :)

Grotesco dijo...

si le vas a regalr un bajo a tu hijo regalame uno a mí también. máquina de escribir no quiero, mejor regalame una laptop.

la mar dijo...

epa, cambió la cara y recién me entero!

ta muy bien...

besos y arrumacos

Le Fer Net dijo...

Aplaudo este lavado de cara y la consiguiente actualización del blog.

Clap Clap

Salute!

Anónimo dijo...

es genial, hace cuánto tengo ganas de leer algo asi!!!!!!! quelopario, lo disfrute muchisimo.

don rodrigo dijo...

O sea, la historias carecen de guión.
O sea, las canciones de ahora carecen de bajo.

Fotografía de la realidad creativa actual. Excelente Weinbaum.

Quiero recordarle la ocasión en la que vimos a una mina suicidarse en la ducha inducida por otra. Hubisese sido interesante recordarle a esos realizadores que existe algo llamado "metáfora".

Faltan guiones. Faltan bajos.
Sobran guiones_bajos.

Saludos y cachetazos en ambos gluteos.

DON RODRIGO

Leonardo dijo...

Lo que pasa es que el bajo tiene fama de instrumento que hace pum pum mientras los demás instrumentos suenan como deben sonar. Por eso nadie lo quiere. Por eso no se destaca.

La única diferencia entre un bajo y los demás instrumentos es que el bajo es de cuerdas graves, pero se puede usar para hacer cualquier cosa. Limitarse al pum pum que casi no se escucha (ni aporta mucho) es como quedarse quieto. Casi lo mismo.

Cuando las canciones tengan bajos más presentes y dignos de ser escuchados -como por ejemplo esta- ahí va a cambiar el pensamiento de la gente.

Mientras tanto, vamos a seguir contando bajistas buenos con los dedos y vamos a seguir teniendo un instrumento muy poderoso como una basura infravalorada.

Espero algún día escuchar a tu hijo, cuando lo tengas. Me gustaría escuchar de nuevo el ruido de la máquina de escribir.